lunes, 3 de enero de 2011

Capítulo 13 : Más allá de las palabras

Me estaba embarcando en un camino, del que desconocía el destino, del que desconocía el trayecto y del que conocía los viajeros que me acompañarían, pero todo era mejor, que cargar toda la vida con el peso que suponía el daño ajeno que causaba.
Había salido de casa con un jeans puesto, una camiseta de manga corta, una sudadera encima, y el pelo un poco alborotado. Bastante simple.
¿Dónde podía ir una chica con 16 años?
Desconozco el destino, al que la vida la puede llevar, pero si conocía un lugar al que siempre quería haber ido: FRANCIA.
Teniendo en cuenta que vivía en los alrededores de Murcia, el camino no podía ser muy largo.
Fui ,caminando, a la estación de trenes, media hora caminando, y con todas las maletas de sobrepeso.
-Hola, me gustaría sacar un billetes para Francia.
Un hombre bastante grueso, con barba de varias semanas, pelo canoso, y con bastante escasez de pelo, me preguntó mientras sostenía en su boca un puro,a pesar de que detrás suya ponía un cartel donde se prohibía claramente fumar:
-A ver chica-Se detuvo, para toser, a la vez que llenaba todo el cristal de la recepción de asqueroso humo- para cuando, en que vagón clase media o clase alta, en el lado de fumadores, de no fumadores…
-Para hoy, en clase media y en no fumadores.
-Así si. ¿En efectivo o en tarjeta?
-Efectivo.
-Vale, pues son 235 €.
Saqué la cartera y empecé a buscar..y a contar. Estuve un largo rato, contando.
-Aquí tiene 235 €-Coloqué todas las monedas en el huequecito del dinero.
-¿Me intentas tomar el pelo niña?-Fue la primera vez que se retiró el puro, para dirigirse a mi.
-No, lo siento. Es lo único que tengo.
-Supongo que dinero es. Aquí tienes ,el billete.
-Gracias.
Esa fue la última palabra que dirigimos.
El tren salía a las siete de la tarde, y aun eran las cinco menos cuarto, así que saqué el móvil del bolsillo de la sudadera, quizás esperaba una llamada que me detuviese antes de cometer esa locura, pero nadie llamó.
El tiempo transcurrió entre diccionarios de francés y entre música de los años 80.
Señores pasajeros el tren con destino Poitiers está apunto de llegar.Ante esa llamada entré en nerviosismo y este fue en aumento, conforme pasaban los minutos.
Unos chirridos muy fuertes estamparon contra mis oídos. El tren había llegado.
Monté en él y vi como una familia despedía a su hijo aventurero. Una chica lloraba desconsolada a los brazos de su chica, el cual reflejaba en su rostro tristeza y emoción. Una abuelita despedía con la mano a sus acompañantes y subía lentamente hacía el vagón.
Un niño pequeño, junto a su familia, saltaba literalmente al ver salir a un joven del tren, cargado de maletas y de bolsas de regalos.
El ajetreado modo de vida, parecía ralentizarse en momentos como estos.
En momentos llenos de sentimientos, en momentos de ilusiones, y de nuevas esperanzas, en momentos irrepetibles.
¿Y que hacía yo ? Apoyada en la ventana del tren, sentada en un asiento lleno de miles de aventuras y de recuerdos me lamentaba por no tener a nadie de quien despedirme…
El viaje en aquel vehículo, tan desconocido para mi, fue muy relajante.
Comí, escuché música, leí…
En apenas 11 horas me encontraba en mi lugar de llegada. Había olvidado mirar el móvil durante algún momento del viaje, pero sé que nadie me había echado en falta, aunque ya habían pasado mas de 12 horas, desde que había salido de mi casa.
Me pregunto si habrán encontrado la carta, si se habrán preguntado por mi, que estarán haciendo…Y es que aunque por muy mal que te lleves con tus padres, si alguna vez sales de casa, y no das ninguna información sobre donde vas, siempre te picará la curiosidad por saber que habría pasado si hubieses hecho lo contrario : QUEDARTE.
Mi viaje en tren había concluido. Salí del vagón me encontré con algo completamente distinto a lo que yo estaba acostumbrada a ver.
Para mi sorpresa , lo que más me llamó la atención no era todo aquella hermosura que lo invadía todo, lo que más llamó mi atención fue un chico moreno, bastante alto, al menos visto desde lejos, con un cartel en las manos:
PATRICIA
Me acerqué a él :
-Bonjour…em…
-¿Patgicia?-Mi nombre sonó en su voz de una forma muy peculiar, que me hizo sonreír- Oh la lá ! C’est super ! Je suis Louis.
Louis…¿Quién era Louis? ¿Y como sabia que me llamaba así? ¿Acaso me estaba esperando?

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